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Nutriscore

12/9/2020

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Hoy en día, recibir información de forma rápida, sencilla y atractiva se ha convertido en una prioridad. Ya no buscamos las noticias en el periódico, en grandes e incómodas páginas de papel, cogemos nuestro móvil y queremos ver en Twitter, en 280 caracteres, lo que ha pasado hoy en todo el mundo. Lo mismo ocurre con el etiquetado de los alimentos, la sociedad es cada vez más consciente de la importancia de tener una nutrición adecuada, por lo que exige más información sobre los alimentos. Y aunque podemos conseguir esta información a través de una lista de ingredientes y la tabla nutricional que aparecen en la etiqueta de los alimentos, poco a poco han ido surgiendo otros métodos más visuales, como los semáforos o el NutriScore.
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El etiquetado NutriScore es una forma gráfica de clasificación de alimentos que, como los semáforos, usa colores para clasificarlos. Los divide en 5 niveles que van del verde al rojo, los cuales tienen también asignada una letra de la “A” a la “E”. A cada producto se le asignará un nivel en función de su contenido de azúcar, grasas saturadas, sal, calorías, fibra y proteínas. Cabe señalar que este etiquetado está destinado a alimentos procesados.
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En principio podemos pensar que esta simplificación puede ser beneficiosa, una ventaja frente a las complejas tablas y listas que hemos tenido hasta ahora, una herramienta que nos hará la vida más fácil. Pero nos encontramos con un problema al prestar atención a los criterios utilizados por este método. ¿La clasificación obtenida es completamente real? ¿Son todos los alimentos que aparecen en verde A más saludables que los que tienen el color rojo E? Por poner un ejemplo, el “Bonito del norte en aceite de oliva” marca Eroski obtendrá una calificación B. ¿Cuál crees que será la calificación de una lata de “Coca-Cola Zero”? La misma. Es decir, esta clasificación pone en pie de igualdad una conserva de pescado en una grasa saludable y un refresco sin azúcar. ¿Cuál es la razón para esto?

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En este método, a la hora de clasificar los alimentos, existen algunos criterios que aumentan la puntuación (frutas, legumbres, frutos secos, fibra, proteína) y otros que la reducen (grasas, mayoritariamente saturadas, azúcar, sal, energía). Entonces, se puede decir que este sistema evalúa los alimentos, entre otras cosas, calóricamente. Se acepta que un alimento que es bajo en calorías es mejor que otro cuyo aporte calórico es mayor. Además, aunque es verdad que se penaliza la cantidad de grasa, y se castiga aún más el contenido de grasas saturadas en esta zona (estas son, en principio, las grasas más indeseables), esta clasificación no tiene en cuenta las grasas saturadas saludables ni las grasas trans hidrogenadas nocivas. Además, los criterios no incluyen muchas otras características de los alimentos, por ejemplo, el aporte de micronutrientes, la sensación de saciedad...

Entonces podemos decir que los alimentos que no tienen “nada” ganan en este ranking. Un ejemplo de este tipo de alimentos es el refresco “Coca-Cola Zero” mencionado anteriormente. El ingrediente principal es el agua, tiene un aporte calórico muy bajo, no tiene azúcar ni grasa, según los criterios presentados antes, el alimento perfecto, ¿no? ¿Diría que está al mismo nivel que un bote de “Bonito del norte en aceite de oliva”?

Ante esto, podemos decir que este sistema permite que alimentos poco saludables obtengan una buena calificación, lo que nos facilita justificar el consumo de estos alimentos. Además, coloca a alimentos con buena nota, pero poco saludables, por delante de otros que son más saludables.

Entonces, ¿cuál es el uso correcto de este nuevo recurso? ¿O al menos, el más acertado? En primer lugar, debemos mirarlo como un extra, sin olvidar que hay una lista de ingredientes y una tabla nutricional, a través de la cual podemos obtener mucha información. Por otro lado, debemos tener en cuenta que, dados los criterios utilizados, la clasificación únicamente es útil para comparar alimentos del mismo tipo. Por ejemplo, estás en el pasillo de los cereales para el desayuno, y a la hora de decidir cuál comprar (la mejor opción sería no comprar), elegirás el que tenga mejor puntuación en los rankings de NutriScore.

Cabe destacar también que este etiquetado no es obligatorio, por lo que, como podemos imaginar, no encontraremos muchos productos con la calificación “E rojo” en las estanterías de los supermercados. También es importante no olvidar que los alimentos más saludables, los frescos, no llevan este tipo de etiqueta. Debemos tener en cuenta que estos deben ser siempre nuestra prioridad a la hora de llenar nuestro carro de la compra, y que de ninguna manera serán comparables a los ultraprocesados.
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